domingo, 7 de noviembre de 2010

Iba todo bien hasta que...

Llegado el minuto 93, Cámpora, que había ingresado a nada y apenas la había tocado, hizo lo que tenía que hacer y volviendo de manifiesta posición de adelanto, empalmó el centro de tiro libre para marcar el empate a 2.

Oh, todas las veces que hemos perdido así. Todas las veces que hemos estado a punto de y no ha pasado nada.

Cuatro años atrás le explicaba a Joe Nimon como era que los verdaderos hinchas estaban en las buenas y en las malas. Él y toda la concurrencia (gringos todos) pensaron que era otra de mis ironías. Por supuesto que no lo era.

Tenía once cuando el Chano Garrido metió la pata, como el diablo mete la cola o Piñera las manos, para dejarnos fuera de la Libertadores y mandarnos a un partido de definición que no teníamos chance alguna de ganar.

Márgenes estrechos. Me vine acá con el más estrecho de los márgenes, con múltiples relaciones colapsando alrededor mío. Hoy pienso en cuando será el momento de volver y hago los preparativos para a, para b y para c.

Cinco años atrás, cuando el tal Mati Fernández sí sabía pegarle a una pelota, la metía de tiro libre en el arco Norte en el minuto 91. En el partido de vuelta, para variar con más ganas que fútbol, lo ganábamos por la diferencia justa para ir a penales, cuando Salas conectó un centro de forma perfecta a cinco minutos del final. La pelota rozó el vertical derecho del arco Sur y siguió su camino rumbo a la pista de rekortán.

Yo vivía feliz, una vida tranquila y sin mayores sobresaltos, que me había impuesto como descanso mientras me disponía a retomar aquello que llamo "mi carrera académica". Tenía la personalidad que quería y empezaba a caer en un extraño conformismo cuando de pronto, por ahí por el minuto 79 de mi susodicha felicidad, apareció por la banda derecha un conspicuo personaje de mi pasado a desordenar la casa, desmantelar los naipes y decir que nos íbamos a otra de esas definiciones donde nadie puede realmente ganar.

Oh, todas las veces que hemos perdido así. Incapaces de sopesar lo que corresponde con lo que queremos con lo que es posible con lo que en una de esas resulta. Como tener un equipo ciertamente inferior y pararse con las ganas de ganar por sobre otras cosas.

Al terminar el partido hoy Rivarola dijo "por eso amo a la U".


Y sí, por eso la amo.

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