sábado, 25 de diciembre de 2010

An Astonishing Christmas!

ADVERTENCIA: La siguiente historia explota el lado consumista de las celebraciones navideñas. Utiliza abiertamente la asociación entre el constructo cultural de las emociones positivas de la estación con el incentivo que representa, en una sociedad capitalista, adquirir bienes. Si usted es sensible a estos temas, por favor vuelva mañana (o más tarde) a este, su blog amigo.


Esta historia comienza años atrás. Comienza con la decisión de la Marvel Comics de resucitar un formato medio alicaído y publicar Omnibuses, libros gigantescos que reimprimen historias completas, sin importar cuán largas sean estas, en forma contraria al clásico sistema de reimpresión cada 6 u 8 números. Para añadirle sabor a la cosa, la editorial decidió hacerlo en un formato grande, más cercano al tamaño de papel en el que los dibujantes hacen lo suyo, que en la versión reducida que sale a la venta finalmente cada mes. Para añadirle más sabor a la cosa, dado el volumen de estos microcolosos, la Marvel no los ha re-editado mucho y si bien uno puede ir a su tiendita local y encontrarse con las aventuras de Danny Ketch, the Ghostrider en este formato, la verdad es que cuesta encontrar las más populares. Al punto que el Omnibus que contiene los tres años de Morrison en los X-Men es imposible de encontrar y cuando el milagro se produce, el palo llega a doler 500 dólares (!). Es cierto, son 800 páginas en tapa dura, en la edición que el autor llama "el libro que se puede usar para matar gente", pero con un costo original de ciento y tantos dólares, el salto a los quinientos da para decir... ¿No será...mucho?

Yours truly tiene los dichos números en tapa blanda, sin tamaño especial, en tres tomos, cada uno de los cuáles le costó cerca de veinte dólares. Como tal, la idea de pagar 500 dólares por semejante cachalote cultural no entra dentro de mi rango financieroideológico. Los cientos y tantos originales, quizás.

La cosa es que, meses de meses atrás, cuando decidí encargar los ya mencionados tomos, Amazon.com se mandó una de esas típicas sugerencias del corte "Los que han comprado esto, han comprado después esto otro". Esto otro siendo el Omnibus semi-gigantesco de los Astonishing X-Men de Joss Whedon y John Cassaday, que [El Autor] de este blog adora y no deja de recomendarle a cuanto cristiano interesado en los cómics se encuentra. Con un manejo del ritmo entre paneles exquisito y una simpleza bien diseñadas, los 25 números funcionan como una contrapunto excelente a las historias más complejas e hipertelenovelizadas de Morrison. Vino blanco y vino tinto, respectivamente. Con esto en consideración, o quizás semi-intoxicado del vino tinto aquél, decidí hacerle click a la recomendación y me encontré con un Omnibus a precio de oferta (40 dólares por un objeto que, si no para matar, sirve  para aturdir tranquilamente) y me la empecé a pensar. Eso sí, había un inconveniente, menor: el ítem podría tomar hasta seis meses en llegar, dado lo escaso de su producción, Amazon dixit.

Considerando que ya en ese entonces mi estadía por estos lados se veía difícilmente extendible a tan largo plazo, decidí jugar a la ruleta rusa. Encargué el pedido completo, pedí que me lo mandaran en cargamentos separados (bendito sea el Amazon Prime gratuito para estudiantes) y decidí que si llegaba antes de que me fuera, llegaba y si no, lo cancelaría, costo cero, nadie se enoja.

Fue recién el lunes pasado que recibí el correo de la compañía, diciéndome que mi pedido iba a poder completarse antes de lo previsto, que esta era mi última oportunidad de cancelarlo y que de no hacerlo el Omnibus estaría llegando el 24 de Diciembre a casa...

- ¡VEINTICUATRO DE DICIEMBRE! - dijo [El Autor] de este blog.

- Sí, veinticuatro de diciembre - pareció decirle la pantalla de su computador, ostentando el correo electrónico de la casa comercial.

-Vein-ti-cua-tro de Di-ciem-bre - repitió [El Autor], un tanto aturdido, mientras, con cada sílaba, su mente se volvía más y más difusa, como el efecto borroso de los recuerdos en una serie de TV de los 70s...

Un auténtico regalo de Navidas, pensó. O, al menos, un auténtico auto-regalo. Un envoltorio que abrir a las doce quizás, o quizás antes. . .

 Y ya estáaaaquíííííí...

Este es el momento preciso en que explota Wham! con "Last Christmas" y usted monta en su cabeza una serie de imágenes, felices todas, en las que nuestro cocodrilo favorito se deleita con su regalo navideño, como la siguiente, en que lo podemos observar solazándose del arte de Cassaday, incluso en secciones simples.


Y así fue como nos hicimos de un libro que, si no matar, al menos puede atontar con su peso y forma. Nos vamos a leerlo ahora, mientras esperamos que la nieve caiga de una vez y que empiece el especial de Navidad de Dr. Who.


El trabajo estilístico-capilar de George Michael en esa época es motivo de un post aparte. O de un blog propio.

2 comentarios:

Lute dijo...

me parece más un aardvark que un cocodrilo.

Que buen regalo! es un ciclo muy bueno ese (aunque no lo he leido hasta el final ni se si ha terminado).

El otro dia me acorde y te quería preguntar como se llamaba ese otherworld que tenías en edicion tan bonita (dorada parece) The age of apocalypse?

LV dijo...

Así mismito se llama. Está, como tantas otras cosas, ahora en la bodega de mi madre por si un día te animas. Pero es largo eso sí, así es que procúrate una vacación o algo así.

Es pequeño aún, así es que no sé si terminará creciendo para ser un aardvark o un cocodrilo. Por asuntos genéticos, me parece más creíble que un cocodrilo tenga algún tipo de filiación conmigo, pero, se sabe, hay Cada sorpresa en esto de los hijos...

Oye,

¡Feliz Navidad!