viernes, 17 de diciembre de 2010

Nieve de Verdad y el CantaAutor de Verdad

Caminaba ayer por el frío, de vuelta de haber comprado unas provisiones mínimas para alimentarme o al menos mantenerme en una suerte de estasis mientras esperaba, anhelaba como quien espera la Navidad o como alguna gente espera el Domingo por razones diversas, que mi cerebro se encendiera de una buena vez. Dejémoslo en que lo esperaba como quien se siente a esperar un acto de transmutación espontánea.

Caminaba ayer por el frío y tuve uno de esos momentos. De esos que usted conoce si ha pasado harto tiempo cerca mío (parece ser medio prerrogativa de las mujeres con las que he salido regularmente, en todo caso), esa secuencia de eventos en que una cosa llega a la otra y ahí estaba yo en medio de la calle devolviéndome pensando que se me habían quedado los lentes en la estación de servicio, al tiempo que me daba cuenta que en verdad los tenía en el bolsillo y se me caía un guante y al recogerlo se me cayó el otro y al recoger este se me cayeron las bolsas y todo así en un caos bien revuelto. La performance de Peter Sellers completa. En un algún lugar en medio de los arbustos cercanos, Blake Edwards debe haber dicho ¡Corte! porque pude seguir mi camino y llegar a casa más o menos incólume . Lo lindo de la vida es que sonaba una cierta canción del bueno de Boris Vian en mis audífonos que hizo que todo se sintiera, sino menos ridículo, al menos más sincrónico, acompasado.

Llegué a casa, anhelando compartir esta pequeña porción de la cultura universal con mis nexos virtuotextuales y....nada, ni un sólo link a la canción que sonaba de fondo. Había uno a una versión, bastante buena por lo demás, para piano y rubia cantarina, pero no era lo mismo. Y me quedé con la bala pasada...

Un buen rato...

Y la bala no dejó de pasar...

Así es que aplicando la vieja regla de que si no existe lo inventamos, apliqué todos mis conocimientos de edición, adquiridos recientemente para esa presentación sobre La Batalla de Chile y....

Hoy cociné con este y otros grandes éxitos de fondo. Probé con Radio Alegre, 91.3 en Ovalle, y no pasó mucho, la verdad. Me tocó un programa dedicado a las rancheras y aguanté dos rancheras y morí. Como eran pastas lo que cocinaba, intenté ponerle unas radios italianas, pero estaban llenas de hits anglo. Así con la globalización. . .

Hoy nevó de verdad. O anoche nevó de verdad más bien, hoy abrí los ojos y me esperaba Arlington así:
Y así me quedé en Arlington, mirando la nieve caer, intentando que el cerebro prendiera. Cociné, canté y bailé al ritmo de hits diversos, incluidas las dos rancheras, pero el cerebro sigue sin darse por entendido. Hoy no, quizás mañana sí...



 Ayer, en algún momento después de gritar ¡Corte! tras los matorrales en Arlington, VA, murió el señor Blake Edwards. Responsable de haberme hecho reír más de lo que podría decir y, más importante aún, de forjar el sentido del humor no sólo del [El Autor] de este blog sino también de un par de generaciones completas. Usted recuérdelo viendo cualquier película de la serie de La Pantera Rosa (con Peter Sellers, the one and only Inspector Clouseau) o The Party (con Peter Sellers, the one and only Hrundi Bakshi) o Victor/Victoria, o incluso 10.

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