miércoles, 1 de diciembre de 2010

Todavía las hacen así: La última de Disney.

Repasemos:

Princesa cantarina: check.
Princesa cantarina que no sabe realmente que es princesa: check.
Madrastra malvada: check.
Animales que las hacen de compañeros a los héroes de la historia: check.

De entrada, Tangled, la última de Disney parece repetir una vieja fórmula. La gracia está en que hace años que no veíamos esta vieja fórmula bien ejecutada. Y la echábamos de menos. O nos dimos cuenta que la echábamos de menos y no nos habíamos dado cuenta hasta ver Tangled. Porque por años se criticó cierto agotamiento en la fórmula de la historia tradicional adaptada a la animación Disney en tanto gastada y repetida. Así, crecientes fueron el número de fracasos, parodias y esperpentos varios, hasta que la compañía encontró la luz mediante la fórmula Pixar, que no tiene números musicales, y cuyas narrativas pretenden claramente insertarse en el contexto actual. Incluso Wall-e, la más extemporánea de las producciones de la subsidiaria, apunta a los telegorditos del hoy. Atrás quedaron los días de las princesas cantarinas y sus héroes. Y el último de los clavos en el ataúd fue la princesa negra de Louisiana aquella, cuyos motivos para fracasar ciertamente son dignos de un análisis más extenso.

Pero Hoy: Tangled.

Hoy Tangled porque se alza como un triunfo para la animación computarizada, capturando perfectamente el estereotipo Disney de diseño de personajes de una forma armónica y bien montada. Porque trae de vuelta una tradición que parecía perdida y rescata la fábula por sobre la metáfora. Da para pensar cómo el mundo de hoy se puede estar necesitado de este tipo de mensajes y queda para considerar si estamos ante una derrota por fátiga de la metáfora como recurso. Ciertamente la repetición incansable del mainstream Hollywood ha jugado parte en eso: cuando el mensaje es servido como papilla en la boca, el espectador termina acostumbrándose y perdiéndose en el código. Un cambio de códigos se agradece, sobretodo en estos tiempos.

Tangled hace todo bien. Plantea una historia sencilla, no cae en excesos, tiene una animación grata. Incluso su versión 3-D es harmoniosa y, si bien da lo mismo en qué formato se vea, al menos no molesta ni se siente tan como un recurso barato, siendo Avatar quizás el mejor ejemplo de estas dos últimas pestes.

Quizás el único punto que incómoda ligeramente son un par de narraciones en off donde la producción parece querer hacerse cargo de la idea de modernizar los cuentos de hadas, el guante que Shrek y Dreamworks lanzaron hace tantos años ya. Irónicamente, hoy la franquicia de Shrek está demolida por la repetición y se siente tan zonza como la parodia que pretendía ser. Y Tangled es ese retorno al comienzo del ciclo. O al menos eso espero, porque en nuestros tiempos posmo cualquiera puede contar una historia y enredarla hasta que parezca que a lo mejor dentro de esa madeja se oculta algo interesante, pero contar una historia de principio a fin, sencilla, simple y acabadamente es un arte. Y Tangled, ironizando sobre su propio título, lo logra impecablemente.

Vaya a verla, disfrútela, y permítase preguntarse cómo es que la película apela a las fibras justas para resucitar un género, en vez de sobreexplotarlo.

Y si la animación en computadores no es lo suyo, pensará, como [El Autor] de este blog, que con esos créditos finales se pudo haber hecho tremenda película en sí. Y si le gusta, enhorabuena, porque es como tener el postre preciso para paladear un buen plato.

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