miércoles, 8 de diciembre de 2010

Our sentence

Semana de clases finales. Semana del frío polar ártico. Semana que partió con Yours Truly combatiendo un incipiente resfrío y que lo tiene hoy mismo ganando la batalla. Detalles más adelante. Está yica la oscilación térmica, yendo de los -5 a los 5. Uso gorro, bufanda y guantes. Ropajes múltiples también. Tomo medicamentos y me cuido. Pero de que hace frío,  hace frío. Lo peor son los días despejados, con esa luz pálida, como iluminando un mal sueño. ¿No dije esto antes de alguna forma similar hace poco?
Esta semana termina el curso de Class Fictions y la última clase le lleva el hip-hop, así es que me he cultivado un poco más en la historia del género(la semana pasada fue el country y SUFRÍ) y he tenido excusas para repasar la discografía del bueno del Kanye.

El llamado de Cantona a boicotear los bancos es de las cosas que más contento me han hecho en el último tiempo (ciertos villancicos en ciertas tiendas también, pero eso es otra historia). Siento que el principal problema de este mundo es la creciente desigualdad en las condiciones de vida, desigualdad que no puede llamarse "sistema" porque es una de esas especificaciones terribles: un sistema desbalanceado que apunta a la especificación donde muchos tienen poco para que pocos puedan tener mucho. La última vez terminó con sangre y rodaron cabezas, literalmente. Cruzo los dedos, rezo por vos, como Charly. Rezo por vos también, Charly, siempre. Vivimos en un mundo en que el vertiginoso avance de la tecnología hace a cada minuto más evidente lo inoperantes que son los mandos medios: los bancos, los representantes civiles, las multitiendas. En su ocaso, dichos mandos medios apuntan a estrujar lo más posible a la gallina de los huevos de oro, mientras intentan incesantemente amarrar leyes, protecciones y resguardos para seguir robando y abusando. Producen películas y programan canales enteros para aturdir, diseñan aplicaciones e inventan redes sociales que no amarran más que las imaginaciones colectivas. Nos gobierna una clase anquilosada que hace lo posible para que el mundo vaya a su ralentizado ritmo. Una clase mercantil, donde todos son amigos de todos y todos quieren que nadie más sea su amigo. Operadores políticos, comerciales, militares, todos tratando de sacarle el último trote a la gran máquina. Mientras tanto, la tecnología para una democracia de representación directa existe, los medios para una igual distribución de bienes, productos y propiedades culturales ya está ahí. Falta que cambiemos el sistema operativo. Falta que nos deshagamos de doscientos años de prácticas que nunca estuvieron tan bien en el primer lugar. Está en nosotros.
Como tal, van a pasar por lo bajo tres generaciones más antes de que atinemos. Y eso siendo el optimista recalcitrante que tiendo a ser. O quizás no, quizás tenga que tener más fe en el futuro, cerrar los ojos y atesorar un eventual porvenir mutante, donde los niños pokemones de ayer se cansen de tener a Zaldívar en el congreso, se cansen de la idea de tener un congreso siquiera y en vez de decir "¿y a mí que?" digan "yo no más". Responsabilidad personal y responsabilidad ciudadana: Entender el lugar de uno en el mundo y así construir un mundo donde yo pueda ser quien se me antoje ser y el de al lado lo mismo y todos bien. Entender que hay ciertas garantías mínimas para la convivencia y de ahí en adelante TODO es posible. Entender que no hay tal cosa como buenos y malos sino que vivimos en un eterno sistema de diferencias, un sistema donde el centro es inalcanzable y excéntrico. El viejo Derrida lo ilustraba tan claro en sus primeros libros y los envidiosos le pegaban palos por ser "incomprensible", después lo halagaban por sus últimos libros diciendo que tenían "una ética tan linda". Y el mensaje final es el mismo, del momento en que dejamos de lados nuestras prejuicios y entendemos la estable tensión de inestabilidad que encadena todo es fácil dejar entender que no hay nada más lindo que la diferencia. Y todos somos tan diferentes.

Algún día.

Algún día como en el 2012 de The Invisibles y esa página final donde Grant Morrison pone a Dane McGowan despidiéndose así mismito:

Algún día nos pegaremos la avispada global. Mientras tanto, despídete con un beso mejor será:

Navidad del '99 y en mi estado de depresión clínica yo aún creía en tener un cassette listo cada vez que Los Tres tocaban en la radio, porque siempre salían cosas buenas, porque el grabador de CD me lo había regalado recién para esa fiesta y la posibilidad de conectar la radio al computador para registrar en un formato paupérrimo algo que después pudiera grabar costaba un reino de cables y conexiones infinitas, sin contar con la escasa capacidad de la CPU de mi tarro de esos días, y de los tarros en general por esos días. Así, terminé grabando esta versión del tema del viejo Buddy. Ahora podría grabarla en excelente calidad de un aparato más chico y más liviano que el cassette que la tenía originalmente. Aparato con el que me levanto en las mañanas, escucho el BBC World Service antes de pasarme al programa de Pergolini en la Rock&Pop Argentina, antes de (mañana) darme un alto en los estudios para ver a la U contra la Unión. Si todo fluyera así, si todos siguiéramos el camino de la información, quizás nos pegaríamos aquella avispada global. Ojalá le quede poco a esa sentencia, mientras tanto, ahora sí que sí, el espectro del '99, Los Tres jugando a ser Buddy Richard:


1 comentario:

Lute dijo...

Down with the big brother.

Up with you, unbrother.