lunes, 20 de diciembre de 2010

Coagula

Los alquimistas de la pre-modernidad, hombres y mujeres que no tenían que lidiar ni con la superioridad social de los médicos ni con las colas en las isapres, nos enseñan muchas cosas que, por estar precisamente libres de la influencia de cosas como las colas en las isapres, están mucho más cerca del proceso vital mismo y por ende son, a mi juicio, harto más útiles en un sinnúmero de planos que muchas de las sandeces que la modernidad y su prima post- nos ofrecen ya sea al gratín o en modalidad lleve 3 y pague 2.

Entre esas tantas cosas está el proceso natural de las cosas, el que los alquimistas, en un afán más moderno de lo que ellos mismo podrían haber anticipado, aspiraban a controlar a su alquímico antojo. Entendiendo que en este universo todas las cosas se separan o se disuelven, y usando ambos principios como fuerzas fundamentales (Solve et coagula), algunos de sus apuntes más interesantes nos llevan a la siguiente descripción de los pasos del proceso mismo:
1 Putrefacción 2 Disolución 3 Separación 4 Conjunción 5 Fermentación 6 Destilación 7 Coagulación

Todo esto acompasado al ritmo de los siete planetas clásicos de la antigüedad (que falta poco para vuelvan en gloria y majestad, considerando que a Plutón ya lo tiramos al Mapocho y no nos quedan más que ocho) y con distintas características aparejadas y dibujos e ilustraciones :



Y todo esto porque no puedo dejar de sentir, sobretodo cuando pienso en el cine y el entretenimiento de masas en general que ya está bueno de tanta putrefacción, disolución y separación y va siendo hora de que empecemos a juntar las manos, mover la colita y construir discursos más duraderos e historias que aglutinen más de lo que deconstruyen. Esto porque me cansa un poco ese afán de ciertas historias recientes (no quiero acordarme de ninguna, me disculpará) de querer explicarle todo a la audiencia y gastarse en crear racionalizaciones "coherentes" para cosas que no importa mucho que lo sean. Le voy a ceder la palabra al bueno de Grant Morrison, con permiso:

Si una niño está viendo La Sirenita sabe que esos cangrejos parlantes no son para nada como los de la playa, que no hablan. Los niños pueden establecer esa diferencia. En cambio los adultos no pueden hacer la diferencia entre la fantasía y la realidad, porque les muestras una historia fantástica y lo primero que te dicen es "¿Por qué están haciendo eso? ¿Por qué está vestido así? ¿Cómo pasó eso?"¡Cuando NO es real!

La suspensión de la incredulidad, la suspensión consciente de la incredulidad, que es un poco como levantar un pie, después el otro y darse cuenta que uno está volando, sin preguntarse mayormente cómo y sin que importe tanto, es una de esas cosas que no puedo dejar de creer que se están perdiendo. Me parece que hay mucha gente dejándose arrastrar nomás por la corriente de lo que le dicen que tiene que ver y me he visto en el último tiempo en más de un par de conversaciones sobre cine en las que se me ha respondido con un "pero es que es muy irreal". Si alguien me dice que algo es muy inverosímil, podemos proseguir a discutir porqué le parece así y encontrarle más o menos mérito a la mano del director, y podemos llegar a un acuerdo o no llegar a ninguno e irnos para la casa habiendo conocido de un punto de vista distinto. Pero si alguien me dice que a una película le faltan méritos por ser "muy irreal"... me quedo pensando si acaso mis interlocutores creen que en la oscuridad de la primavera, bajo el sauce, los peces asoman sus cabecitas y cantan Shalalalalalá Bésala a toda pareja que se de el trabajo de remar por esos parajes. Después pienso en las industrias que lucran con la cantidad de gente que tiene razonamientos esencialmente parecidos y como explotan y fomentan la desilusión colectiva.
No se trata de soñar cualquier cosa, señores, se trata de saber soñar. Es la receta para una vida feliz, ya lo sabían los alquimistas de la pre-modernidad.


Los alquimistas de la modernidad, en cambio, nos ofrecen pociones como esta:

2 comentarios:

Lute dijo...

o quizas siempre en toda epoca hay una proporcion limitada que puede soltarse suficiente para aceptar (o mirar no más) una proposición irreal, y el problema es que ahora todo el mundo ve ficción todo el tiempo.

Venderán ese jugo acá?

LV dijo...

Ciertamente, aunque creo que tiene que ver con la calidad de la ficción y la forma en que los demás discursos (noticias, programas de conversación, etecé, etecé) reaccionan ante ella.

El jugo no lo venden acá, y eso que tienen un nicho tan asegurado en el mercado. La cantidad de gente que lo va a comprar para echar la talla más el demográfico "Escolares en Kermesse" los mantendría a flote un ratito. Se me antoja LO malo, pero eso es lo de menos cuando se trata de Refresco Rinde Dos.