martes, 8 de diciembre de 2009

Copious Notes

Me acabo de despertar, no habiéndome quedado dormido hace tanto, pero sí bien profundo. Me despertó, por vez primera y esperamos que única, el ruido de afuera. La encajonada acústica de este barrio me hace imposible saber si acaso viene de un departamento lejano o de la cercana Plaza Ñuñoa.

Sea como sea, no son todos los días en que uno escucha a un grupo de enajenados sacarse la garganta cantando "La Raja de tu Falda" de Estopa. De hecho, deben haber pasado por lo bajo seis o siete años desde que escuché esa canción por última vez. La última vez que alguien me hizo una referencia fue Maru por allá por el 2003 o 2004. Algo así. Quizás eso fue lo que realmente me despertó.

Me despertó y me dí cuenta que no tendría mucho caso intentar dormir. Me puse a recordar el Viernes que recién pasó y a mí por entonces ebrio y buen amigo editor diciéndome que tenía que escribir una memoria (esa memoria) y que ellos estarían tan felices de publicarla. Uno nunca tiene que confíar en la palabra de un editor borracho, pero yo siempre he sabido que tengo que escribir...
-Corona - Rhythm of the Night. Sí, parece que es un carrete casero-
...esa memoria. Fue bueno que mi amigo me leyera la mente. Así es que me levanté, y a pesar de que no he cerrado en todas estas semanas el archivo que contiene mi incipiente novela, me he dedicado a tomar apuntes para la memoria esta. Es, saquémosle el suspenso y evitemos la expectación profunda, una crónica de mis años más cercano al fútbol. Los años de los aviones con el primer equipo, de los asados en casas de dirigientes. Una historia de mi adolescencia y de la adolescencia de nuestra semi-profesional actividad.

No es porque lo diga yo, pero es una gran historia.

Y aquí estoy, tomando, en mi cuaderno, el mismo en el que estuve haciendo ejercicios de matemáticas para el GRE este fin de semana, apuntes. Copiosos apuntes. Traducido directamente del inglés, siempre. Estos apuntes dicen cosas como "El Comienzo vs El Verdadero Comienzo" o "Pedro Fernando Masachessi" o "Año en Segunda" o "Una lección de humildad" y otras cursilerías por el estilo. pero se ven bien y me están ayudando a configurar Algo.

Siempre he sido de tomar copiosos apuntes. Al menos a la hora de escribir. Apuntes académicos dejé de tomar en mi tercer semestre universitario. Al menos apuntes relacionados directamente con la materia, con los años aprendí a llevar una libreta con apuntes fuera de clases, cosa que Domingo Román diagnóstico en nuestra segunda clase juntos. Más que preguntarme, constató al final de su clase un :"¿Ahí es donde anotas tus comentarios que no tienen que ver con las clases, verdad?". Yo le respondí afirmativamente, porque me parecía lo más obvio del mundo. Pero nunca nadie más reparó en ello. Buena parte de las enseñanzas de Domingo tienen que ver con lo que acabo de describir.

La novela actual tiene no una ni dos, sino cuatro cuadernos llenos de apuntes. Tampoco es que estén llenos-llenos, seamos francos. De hecho uno de ellos es un borrador escrito a mano. Pero aún así. Desde que era chico jugaba a tomar apuntes, me parecía que era lo más cercano que podía llegar a la experiencia creativa. Como si planificar una serie de tomos tuviera más valor que intentar escribir una historia corta. Quizás el editor debería ser yo.

Y a veces me pregunto si acaso todos mis grandes proyectos no están marcados por copiosos apuntes. Si tú y yo no somos más que los copiosos apuntes de Alguien más, precipitándose sobre esta vida a la velocidad de las cosas, como la lluvia sin fin esa de la que hablaba Lennon en Across the Universe. Y es que me gusta que mis apuntes sean copiosos porque me recuerda la naturaleza líquida (o coloide si se quiere) de la realidad misma, del pasar del tiempo y de nuestra precaria conciencia que, cuando nos suceden las cosas más reales, más maravillosas y terribles y definitorias, se parece tanto al gesto atolondrado de levantar la cabeza hacia la lluvia y recibir las gotas cayendo, dejándose ser precipitadas

una



tras





otra.







Conocer a una persona deslumbrante, el tiempo en que se conocen y reconocen las personas cuando se aman y se redescubren como individuos reconociéndose en su amor. Tienen ese sentir de ser apuntes de un algo tanto más grande.



Y hoy, cuando sí pensaba escribir acá, solo que de otras cosas, tenía muy claro cuál sería la canción de cierre de este post. Sólo que no era este post, así es que la canción ha quedado en el olvido. iTunes no me da ninguna sugerencia que me satisfaga, aunque sí pasó por el cover de Katy Perry para "Your Love" de The Outfield. Y justo cuando me disponía a subir el original, recordé que el otro día, el día del Tsunami, cuando yo venía hundido y ahogado por ese taxista que escuchaba a Alex Ubago, porque mi depto. tenía 50 litros de agua, porque el taxista que me había llevado corriendo a constatar los daños se había despachado un "¿no tiene más sencillo?", y así, cuando al llegar a San Joaquín, de la caseta de los guardias/peaje salía "Missing You" de John Waite, canción del aoñ 84 que siempre me hace sonreír un poco. Y sí, mis papás me cortaban el pelo un poco así por esos años. En fin... damas y caballeros:



y esto ha sido Copious Notes en LV55, el blog que se despide antes de quedarse sin batería.

2 comentarios:

Sonia dijo...

Durante mucho tiempo sentí que los apuntes copiosos eran imprescindibles.

Ahora, cuanto menos elevadas son mis creaciones y menos apuntes requieren, más me satisfacen.

Será que mis aspiraciones han cambiado, será que el tiempo pasa...

LV dijo...

O será que, al menos cuando te conocí y sin duda cuando más nos conocimos, ya tenías tan claro que tu felicidad radicaba en las cosas simples.


Acordarme de ti siempre me trae esa cordura, la de las grandes satisfacciones en las pequeñas cosas. Todavía no tengo la suficiente cuota de sabiduría para sentirla, pero sí la admiro. Profundamente.