martes, 1 de diciembre de 2009

El Reporte Diario

...¿EN serio?

En serio. Otro reporte. Algunos amigos tiene blogs temáticos, pero yo me siento profundamente orgulloso de este espacio, que no se trata de nada, que no aspira a ser interesante, pero que sirve a mis designios personales y tiene una línea editorial tan caótica y antojadiza como mi mente. Un poco como lo que Chilevisión debiera ser para el candidato ese.

Mi mente está de lo más dispersa...o su capacidad está al menos, a duras penas, concentrada en un par de frentes nada más.... me pasa que llego al final del día y pienso cosas como "Tengo que mandarle una canción a Gonzo que sé que le va a gustar" o "Tengo que decirle a Joey cómo fue que me acordé de ella en clases"...y no me acuerdo ni de la anécdota ni de la canción.

Las últimas semanas han sido particularmente densas en reflexiones, encuentros geniales, cosas que describir y sucesos anécdoticos. Me dí cuenta que hacía mucho que no caminaba por Los Cerezos y aproveché de hacerlo una, dos y tres veces en estos dos días que llevamos de semana. Hay un edificio que lleva el nombre de la calle, en su intersección con Irarrazaval. Yo me acuerdo de cada una de las casas que solían estar ahí y siempre he querido escribir algo al respecto... hoy no pude evitar mirar feo a sus conserjes y menear la cabeza con toda mi cansina desaprobación.

-En esa esquina había un servicio de arreglo de artículos eléctricos, sobre todo televisores, de precios demasiado caros para su escasa variedad. Había al lado una florería, de flores que nunca estaban frescas y que eran bien caras para lo feas que eran. Una vez, un Domingo en que las circunstancias no me dejaron otra, le compré flores a Kay ahí. Eran otros tiempos. Sí, fueron las flores más feas que he comprado en mi vida. Quizás para una tumba hubieran estado bien. Así nos fue, también...
Había una casa grande, de entrada profunda, con un jacarandá precioso que dominaba todo y contrastaba en Noviembre con los cerezos más tardíos. En su patio había siempre una niña, una mujer más bien, que tenía algún tipo de retardo y/o condición neuronal. Salía a jugar y a sonreír como sólo lo hacen las personas que no tienen mucha conciencia del mundo. Era un lindo espectáculo. Había también otras casas, menos notorias. Una llamaba la atención porque su entrada estaba en desnivel, entonces al mirar por la ventana parecía que las personas que allí vivían eran extremadamente chicas... o que la casa en sí era una suerte de guarida, de esos hogares que son más refugio que otra cosa.
Me acuerdo de haber vuelto de Estados Unidos y encontrarme con el edificio en construcción... de caminar de vuelta de la casa de J. (con toda la buena onda del mundo, naturalmente) muy tarde en la noche, de escuchar en mi iPod de entonces la pieza clásica esa que suena en Smoke and Cigarretes y que va mas o menos así:
(perdóneme lo horrible del montaje)


No sé a usted, pero a mí me gustaría que, al enterarse de mi muerte, por lo menos a alguien le sonara Mahler. O Rachmaninov.

Sí, la megalomanía es un rasgo familiar.



(El video es de lo peor, lo siento tanto).




- ¿No siente usted ganas de tener un lugar como el Cabaret Voltaire cerca de su casa? Es una sensación bien común en algunos de mis días. Esto ha sido El Reporte Diario en LV55, el blog que aspira a no sufrir la suerte de Geocities.

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