sábado, 26 de diciembre de 2009

Una (muy) mala y una (muy) buena: Avatar y Where the Wild Things Are.

Efectivamente, no hubo página navideña. Este sigue siendo el blog que promete para no cumplir.


REEEESULTA que ayer en la noche figuraba haciendo algo que había jurado no hacer (Se empieza a perfilar el porqué del primer enunciado de este post). Figuraba, lentes 3-D y todo, viendo Avatar.

Atenuantes: Había, en esa sala no uno ni dos, sino CATORCE miembros de mi familia. Aquellos que algo saben de [El Autor] se darán cuenta que eso podría llegar a equivaler al 110% de mi familia. Pero había primas de primos y pololos de primas de primos y todo eso. Resulta que a ambos lados de mi pequeño árbol familiar se les había cruzado la brillante idea de ir a esa función de esa película. Y a mí el chiste me pareció lo suficientemente bueno para reírme con él.

El chiste estuvo bueno-bueno. La película....


...porque la fórmula para Avatar es más o menos la siguiente. Tome nota, para cuando vaya al supermercado del cine la próxima vez.

  • 1 porción de Pocahontas, con un toque del Tarzan de Disney, ya que está en ese anaquel.
  • 1 porción de Gorilas en la Niebla, con un toque de Aliens (ambas estan en el pasillo 3, bajo Sigourney Weaver)
  • 1 porción de Pitufos. Aldea incluída.
  • Esencia de película épica.
  • Malos diálogos. Malos-malos, en serio. Si le echa diálogos cliché no le va a quedar igual.
  • Tres litros de ese jugo de "Nos sentimos mal por Vietnam" que están vendiendo desde hace unos veinte años más o menos.
  • Un cuarto de corrección política.
  • Un mensaje de unidad y ecología, bien macerado y remojado en limón
Hay un trabajo muy lindo y muy bien hecho por la gente de diseño, qué duda cabe. Salí del cine sintiendo mucha pena por todo ese despliegue de talento y recursos puestos al servicio de una historia Tan Mala. Parece que al Sr. Cameron tantos años de demora le hicieron ir agregando y agregando elementos a un plot que no va a ninguna parte, que no aporta ninguna novedad y que, francamente, aporta bien poca satisfacción. Como me invitaron, no me sentí estafado en absoluto, pero me parece que jugar algún Final Fantasy en una consola de última generación ofrece mucho más en términos de experiencia visual, historia y despliegue técnico que la película que vi anoche. Una Real Lástima.


PEEERO existe un contrapunto para todo en esta vida. Y es que al enterarme que Where the Wild Things Are no tiene aún fecha de estreno en estos lado, decidí bajar y ver la copia que hay en internet dando vueltas. Y no me arrepiento en lo más mínimo.

Porque todas las dudas de cómo Spike Jonze iba a adaptar un cuento de tan pocas páginas y menos texto, transformándolo en una película de más de hora y media se empiezan a disipar cuando las Cosas Salvajes aparecen en escena. Y es una sorpresa... impactante, deliciosa, compleja. Como crecer, dar pasos y darse cuenta que no, ya no estamos más en Kansas y que la vida se ha enriquecido con todo lo que ello implica.
Lejos atrás queda el texto original, se queda actuando de soporte de una película que funciona a nivel metáforico de forma superlativa. Las Cosas Salvajes...
(A quienes [El Autor], cuando está solo, gusta de llamar "Los Cosis Salvajes". Búrlense de él cuando lo vean, por favor)
...como las enfermedades del mundo moderno. Las Cosas Salvajes como nosotros mismos sin tener mucha idea de quienes somos ni porqué hacemos las cosas. Las Cosas Salvajes pasándolo bien, rompiendo todo sin preocupación, hasta que llega el momento de la calma.

Where the Wild Things Are se sustenta en una anécdota tan sencilla. Y está contada con una paleta cromática tan reducida, tan íntima. Se me venían a la mente una y otra vez, cuando, con la vista agotada y un poco con mi cara de Qué Está Pasando Aquí, me sacaba los lentes 3D y respiraba profundo.

Es que a ratos, si uno junta bien los ojos y se da muchísimas licencias, puede llegar a intuir que el Sr. Cameron y el Sr. Jonze están apuntando hacia un lado similar con sus películas. Curiosamente, ambas tienen a actores interactuando con criaturas generadas digitalmente. Ambas criaturas vienen a darnos una suerte de enseñanza o lección, ambas terminan siendo más humanas que los humanos, funcionando como espejo distorsionado. Claro que mientras que los pitufos agromegálicos de Cameron no convencen a nadie con su mensaje ecopacifista y sus bailes que, en serio, dejan a los Gungan del Episodio I listos para una de Bergman; las criaturas de Jonze lo hacen todo bien, conmoviendo con su confusión, encantando con lo terriblemente complejo de su simpleza. Irónico es que tanta prédica de los suspiritos azules de Avatar termine hastiándolo a uno de sus pacifistas vidas, mientras que ver como Carol, K. W., y compañía se arrojan rocas, se pisan las cabezas, se sacan los brazos, destruyendo su isla sin consideración alguna y pasándolo tan tristemente bien, termina dándonos tanta paz y claridad.


Damas y Caballeros, a nunca terminar un post en una nota triste...Karen O and the Kids, All is Love-

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