domingo, 27 de diciembre de 2009

Dos Mil Nueve

Cuatro días para el fin de año, quince posts para el número 500. Parece que es hora de empezar a lanzar esos Year in Review que tanto me gustan. Quizás sea la hora de entregar premios: Mejor Película, Mejor Disco, Hallazgo del Año, Mejor Villano, Mejor Artista Invitado, Mejor Serie, Mejor Perdida de Tiempo, Mayor Decepción, Top Gol, Mejor Encuentro, Mejor REencuentro, Libro del Año, Mejor Cuento Corto, Mejor Ensayo, Mejor Postulación, Mejor Prueba Superada, y así.

Está difícil, la verdad. Dos mil nueve fueron algo cercano a tres años en uno.

Fue el año de los correctores, el de los cambios de giro, el de dejar atrás las cosas que había prometido dejar atrás. El año de intentar escribir con la mano izquierda, de postular a becas y universidades, el año de dejar los cuadernos sobre la mesa y empezar a tipear, el año de corregir, supervisar y coordinar; de trapear pisos, cambiarme de casa e inundar departamentos. Fue el año de los mejores helados y de las peores películas. El año en que salimos campeones Y quedamos fuera de los playoff. El año en que fuimos a ver a Radiohead y nos llevaron a ver a K.I.S.S. El año en que no hicimos tarjeta de Navidad y el año en que regalamos, a un niño cualquiera que pasaba por ahí, el protagonista de nuestra tarjeta anterior. Fue el año en que menos vimos a Gonzalo. Y fue el año en que volvimos a ver a Joey.


No estamos mucho para recuentos, la verdad. Hará un año y medio estaba tan empecinado en deshacer las fronteras de los días, en dejar de percibir la obligación ritual de la semana de trabajo, sacarme el entrenamiento de años de colegio y universidad; para así enfrentar cada cosa según viniera, para así estar más atento a más posibilidades. Como la posibilidad de vivir tres años en uno, por ejemplo.

Así, Dos Mil Nueve fue el año en que fui corrector, más que otra cosa. Fue también el año en que me cambié de departamento. Y el año en que recibí mi corazón de vuelta, tras unos cuantos años de forzado exilio. Ahora está ahí, donde lo había dejado hace un tiempo atrás, late, funciona, hace todo más vívido y más intenso.

Libros se fueron y vinieron este año también. La novela nueva de Fresán y la novela antigua de Fresán. Hice el intento de recuperar el último de mis libros fundamentales, de esos que guardan algún aspecto de mi. Como bien no me fue, tendré que encargarlo. No va a ser esa edición, sin duda. No va a tener el corte en la portada, de hacer esa larga cola en Baires hace once años ya, sólo para no ser firmado por su autor. Qué más da.

-Tarjemos eso último y digamos que, como bien no me fue, tendré que intentarlo de nuevo.


Ha sido, sin duda, un año para recordar. One for the books. En los mejores sentidos.
Este post, escrito bajo el cansancio de editar un texto harto árido, claramente no está para los libros.

Hoy el shuffle de iTunes me atacó por sorpresa y me lanzó un un-dos con Two for the Road del viejo Henry Mancini y la siguiente canción de Blur. Del tremendo Parklife, que ya tiene dieciocho años a la sazón.

-15

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