jueves, 31 de diciembre de 2009

El Último

Ahora sí que sí, señoras y señores. Esta es la despedida.

El 2008 yo tenía una serie de deseos. Varios se cumplieron, me sonrío ahora. Algunos con creces e insospechadas vueltas de tuerca.

El 2007 no hubo buenos deseos. Yo andaba perdido en la cordillera de la tercera región. Andaba con la familia de la que iba a ser mi señora. Si hay una lección en todo esto es que a veces los caminos más errados nos llevan a todos los lugares correctos, y que la experiencia es lo que queda. Hay que procurar enmendar los equívocos, eso sí.

El 2006 yo estaba en Virginia Beach. Porque a veces los caminos errados te llevan también a todos los lugares errados.

El 2005 yo estaba recién convaleciendo de la feroz amputación de buena parte de mis sentimientos. Lo más cercano a un post de fin de año fue esto, y siento que se nota, mucho.


Y hoy....


Hoy escucho un disco pop. La niña Taylor Swift a la que el niño Kanye West interrumpió en los VMAs. Me gusta.

Hoy sólo puedo, una vez más, darles las gracias por leer. Por volver acá, ya sea por curiosidad, interés o hastío. Por llegar hasta el final, cada vez, o incluso por volver cuando ya el aburrimiento no les ha dado para seguir leyendo. Este humilde espacio es tan...moody, a falta del vocablo preciso en español. Moody and messy, como [El Autor] nomás...

Y mis deseos, para ustedes, para todos ustedes, son, sencillamente, que ahora que ya somos lo suficientemente grandes para darnos cuenta que la vida se juega a lo largo de los años, ahora que la vida se nos sigue yendo en cada instante, pero que tenemos un poco más de perspectiva; ahora que estamos lo suficientemente grandes para entender que el pasado sí viene a buscarnos, como nos dijeron que lo haría; ahora que todo, bueno, malo, ambiguo, se mueve en escalas tanto mayores, podamos tener la calma y la tranquilidad para, en medio de nuestro constante devenir, en medio de las pequeñas batallas y las grandes contiendas, en medio del cansancio y el agotamiento, de la confusión y la distracción, poder tener siempre la cuota de mesura para decir

Alto


y poder pensar en qué es lo que más nos hace felices. Y encontrar la forma de llegar a ello.


Y yo, [El Autor] de todas estas líneas, sinceramente deseo que lo consigan.


La última del año es Two Doves, de los Dirty Projectors. Piénsela como esas canciones escuchadas a la distancia, cuando uno se aleja un poco de todo el jolgorio y mira las estrellas. A lo lejos, la gente celebra. Uno respira profundo, pide su deseo más privado en voz alta, y vuelve con una sonrisa gigante, de esas que engloban las mayores alegrías y esconden las profundas melancolías, a celebrar.

(adiós año nueve)


Y en caso de que les quedara duda alguna, usted ha estado leyendo El Último en LV55, el blog que lo espera, con ansías, el 2010. Vuélvanse locos esta noche, niños.

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